19 de noviembre de 2008

Nivel 10: Thrallmar.

No es nada fácil acostumbrarse al ambiente seco y agobiante de Thrallmar, la tierra roja y quebradiza destroza mis pezuñas a cada paso; me siento más pesada que nunca, y el hecho de soñar cada noche con una corriente que te arrastra y te golpea una y otra vez no colabora demasiado. El tiempo sigue siendo algo intangible para mí, los días se suceden uno tras otro como si siguiera encerrada en mi celda, y apenas soy consciente de mis actos. El latido de Diente Agudo me insta a salir en su búsqueda, pero me siento tan perdida, tan desorientada… y siento que no soy de gran ayuda para Kirkhe, que intenta sacarme de mi ensimismamiento con sus anécdotas dispares, y realmente consigue distraerme unos minutos, pero cualquier ruido me altera, cualquier movimiento tras de mí tensa todo mi cuerpo a la espera del ataque que nunca se produce. Además, la presencia de los demonios me pone las crines de punta, y caminar por la vasta Península resulta un plan de suicidio la mayoría de las veces, teniendo en cuenta que está custodiada por la incesante patrulla del Atracador Vil.

Ahora más que nunca pienso que hubiera sido mejor haberme quedado en el poblado, haber esperado a Sirom habría sido la opción más lógica y probablemente, menos dolorosa. Sólo pensar esa alternativa hace que un escalofrío recorra mi cuerpo, tendido sobre el duro lecho de la posada. La desértica Península de Fuego Infernal hace honor a su nombre, sin duda, durante el día, pero por las noches el cielo se colma de estrellas y de nebulosas de gas luminosas y el ambiente se inunda del viento gélido nocturno, a Kirkhe no parece afectarle ya que ronca a mi lado como si nada enturbiase su sueño, en cambio, yo sé que si duermo volveré a ser golpeada una y otra vez por las pesadillas que me acosan desde que saliera de mi inconsciencia. La oscuridad me sumerge inevitablemente a mi infierno personal, iniciado por una caída aparatosa provocada por unas resbaladizas manos ensangrentadas y doloridas, y seguido por la helada sensación del mar al sumergirme en él de forma violenta, mi cuerpo entumecido congelándose lentamente mientras lucho en vano por salir del torbellino de agua y sal, la agonía, el salitre arañando mis ojos rodeados de oscuridad, la presión en mis pulmones, la falta de oxígeno. Vuelvo a sentir en mi cuerpo el dolor de los golpetazos contra las rocas en los moratones que me arropan, cómo la corriente tiraba de mí en diversas direcciones, rompiéndome, destrozándome, hasta que mi mente me abandona de nuevo a la oscuridad mientras me abrazo, aovillada en el camastro, intentando evitar el caerme a trozos.

Y así noche tras noche, me pregunto cómo fue posible salir viva de todo aquello que, sin embargo, me parece lejano después de una larga semana de recuperación.

- ¡No! ¡No! – chilla una voz desesperada - ¡Estate quieto, bicho!

La voz, que parece salir arañando las cuerdas vocales del no-muerto, proviene del centro del poblado de Thrallmar; la voz me suena extrañamente familiar, como un sueño lejano del que recuerdo extraños detalles sin significado, pero algo en mi pecho retumba con más fuerza y energía como no lo había hecho en mucho tiempo, un ritmo parecido al batir de las alas de un pájaro, que se acompasaba a mi propio palpitar, de pronto excitado. Consigo salir de la taberna a trompicones, con las trenzas a medio hacer, y allí están: un no-muerto de pálida piel marmórea de la que sobresalen unos huesos marfileños, tirando de un raptor de brillantes escamas en distintos tonos escarlatas y anaranjados, que olfatea el aire en mi dirección, impaciente.

Necrodoom, al verme, suelta la correa con la que sujetaba a Diente Agudo y me contempla por un largo rato mientras acaricio y abrazo con alegría a mi querido raptor.

- ¿Zharotina? – pregunta, en sus ojos sin mácula me veo reflejada junto con su conmoción por la sorpresa.

Dejo a Diente Agudo y abrazo al no muerto, levantándole en mis brazos y riendo, a sabiendas de que seguramente me odie por esto, y consciente de que la gente se ha parado a observar el numerito. Cuando suelto a Necrodoom, él sigue estático, mirándome como si viera a un fantasma.

- Pero… ¡¿pero dónde narices estabas?! – grita enfadado, haciéndome retroceder - ¡¿Qué es lo que ha ocurrido?!

Temo que se abalance sobre mí y empiece a pegarme, incluso veo sus manos temblar de ira, aferradas a las empuñaduras de sendas espadas.

- ¿Sabes… lo que es… estar tres meses buscándote y negar a creer que estabas muerta…? – su voz se ha convertido en un intento de susurro, ya no me mira a mí, sino que pasea sus ojos por el suelo agrietado. Me arrodillo ante él y busco sus ojos, el alivio ha sustituido al dolor, pero el enfado sigue ahí.

- ¿Tres meses? – es increíble que sólo hayan pasado tres meses cuando para mí ha sido una eternidad.

- ¿Dónde has estado? – al fin, Necrodoom consigue dominar su voz, aunque evita mirarme directamente.

- Encerrada en una celda, en una gruta… no lo sé realmente – me explico atropelladamente mientras Diente Agudo se las apaña para propinarme lametones en el rostro -, hará una semana que escapé y no sé nada más.

Le explico a Necrodoom todo lo que puedo recordar de esos tres meses, de cómo desperté con Kirkhe a mi lado y del espantoso viaje a través del portal, y luego él procede a contarme lo ocurrido en mi ausencia. Al parecer había habido problemas con varios miembros de la Alianza con ganas de marcha, como siempre. Por otra parte, Necrodoom había llegado hasta Marisma de Zangar, y si ahora se encontraba en Thrallmar era sólo porque Diente Agudo no dejó de tirar hasta llegar al poblado, comenta el no-muerto, dando buena cuenta de una jarra de licor de Cenarion.

- Recibiste una carta de Sirom – añade taciturno, entregándome un sobre arrugado sin abrir -, la guardé aunque no sabía si seguirías… - no continúa la frase, no hace falta.

- ¿Sirom? – pregunto ansiosa, arrancando la carta de manos de mi amigo, y la leo ávidamente.

Zharotina:

Hace semanas que no recibo noticias tuyas y sinceramente, estoy preocupado. He llegado a Tormenta Abisal y las cosas no marchan bien, algo ocurre con los goblins, al parecer ha habido un accidente con uno de sus barcos. Algunos dicen que ha sido provocado por los propios goblins para publicitarse, otros, que es porque sus máquinas visionarias son productos demoníacos. Yo no sé qué pensar, no creo que ellos saboteen sus propios transportes, y menos aún que una raza tan independiente deba su ingeniería a entes malvados.

Ten mucho cuidado, por favor, no te separes de Necrodoom y extrema las precauciones ante los de la Alianza, sólo por si acaso.

Siempre tuyo,

Sirom Stormwalker.

Suspiro. Pienso en lo irónico del último párrafo de la carta, y sonrío tristemente cuando resumo, en voz alta y para mis compañeros, el contenido de la misiva.

- Si cuando escribió esto estaba en Tormenta Abisal – objeta Necrodoom -, debería estar en Área 52 ya.

- ¿Crees que deberíamos ir a buscarle? – pregunto, esperando una respuesta positiva.

- ¡Pueh claro! – exclama Kirkhe - ¡Zi eze eh tu macho, deberíah ir a po’ él ya!

La miro, conteniendo la sonrisa que me provoca su peculiar acento de trol, adherido a esa personalidad extrovertida que la caracteriza. Necrodoom, en cambio, no parece tan contento con su presencia.

Sentados en una pequeña mesa de la taberna apuramos los últimos tragos de nuestras bebidas, dispuestos a seguir nuestro camino los tres juntos, una voz enfada grita a nuestras espaldas.

- ¡Esto es una estafa! – un elfo malhumorado conversa con un trol en una mesa vecina - ¡Ahora los goblins dicen que no van a compartir sus secretos de ingeniería con nadie!

- Lo normal zería que hubieran zubío loh precioh d’instruccióh, ¿no? – el trol no le daba mucha importancia a las quejas de su compañero, sino que jugaba con unas gotas de licor derramadas sobre la mesa.

- ¡El precio me da igual! – el elfo golpea la mesa con el puño - ¡No deberían dejarnos con el aprendizaje a medias! ¡Sus problemas no tienen que influir en los demás!

Miro a mis amigos, cuyas miradas reflejan el mismo brillo de complicidad. La sospecha que Sirom escribió en su carta es cierta: algo está ocurriendo con los goblins.

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¡¡Aquí está el décimo!! ^^ Siento mucho haber tardado tanto en escribirlo, pero no he podido dedicarle tiempo debido a los estudios :S. La trama ya está llegando a su punto álgido e intentaré entregar el undécimo nivel pronto para no perder el hilo ^^.

Muchas gracias a todos por leer mi historia y por pedir más :D y de nuevo, os pido perdón por la tardanza.

Una servidora os desea mucha suerte en vuestras épicas aventuras, que espero, continúen en Rasganorte ^^.


5 comentarios:

Anónimo dijo...

Fantástico :D me muero de ganas de saber qué pasará con los goblins... esto pinta bien >_< la frase que más me ha gustado:

"hasta que mi mente me abandona de nuevo a la oscuridad mientras me abrazo, aovillada en el camastro, intentando evitar el caerme a trozos"

Anónimo dijo...

Tengo que decirlo >_<.

¡A Necrodoom le gusta Zharotina! o al menos le empieza a gustar o hay algo más porque esa actitud de varios capítulos atrás me suena...

O tengo la cabeza llena de pajáros como siempre -.-.

Queremos más =)

Anónimo dijo...

Genial.... como siempre
Suerte

Anónimo dijo...

Jajajaja, pobrecito, que lo espachurra de la alegria XD

Unknown dijo...

Pues genial, seguimos esperando el siguiente nivel :)
Ánimo y mucha suerte